Ayer se daban a conocer los ganadores de los prestigiosos premios
World Press Photo, el máximo galardón internacional en cuanto a
fotoperiodismo se refiere, siendo el mayor reconocimiento para el español
Samuel Aranda, cuya fotografía en la que una mujer, vestida con un
nicab negro, arropa a un herido en las revueltas de Yemen. La
Primavera Árabe
ha sido, por razones obvias, la gran protagonista de esta edición del
concurso, la número 55, que ha contado con la presencia de más de
100.000 fotografías presentadas por 5.247 fotógrafos de 124 países.
La fotografía, como cualquier otra disciplina artística, es grande,
en parte, por lo que despierta en el observador, por cómo éste interpreta
lo que observa y obra en consecuencia. La imagen de Samuel Aranda, que
fotografiaba para The New York Times, porque en España vende más
fotografiar famosos, retrata no solo la realidad de Yemen sino la de
toda la revolución de la Primavera Árabe y ensalza la figura de la mujer,
porque es ella quien se mantiene firme mientras sostiene al herido,
porque el nicab no la ciega y sus manos también están manchadas de la
misma sangre revolucionaria. Fijaos hasta qué punto es libre la
interpretación ulterior que hay quien ve en ella la famosa escena de La Piedad.
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